Este cóctel está inspirado en un aperitivo que solía disfrutar en Singapur: tiras de pepino con vinagreta de sésamo. Aunque sencillo, me parecía espectacular.

Bocaccio fue una sala mítica, un 'Boite' en Barcelona, y el lugar donde mi maestro, Paco Bretau, comenzó su carrera. He escuchado tantas historias sobre ese local, epicentro de la 'Gauche divine', que decidí rendirle homenaje con este cóctel.

Al igual que la figura de la calavera que representa la muerte en el Día de los Muertos, este cóctel lleva consigo la elegancia y belleza mexicana, a base de Mezcal. La espuma blanca de romero quemada simboliza la máscara de calavera blanca que tradicionalmente lleva la Catrina.

Con la llegada de la primavera, es común encontrar hinojo fresco por todo el Mediterráneo, que, para mí, huele a casa. La combinación de hinojo con almendra recuerda a lo que los franceses hacen con su Pastis y sirope de almendras, pero nosotros le damos un toque extra de frescura y un color precioso añadiendo albahaca.

Este cóctel busca capturar la esencia de un momento muy especial. En pleno verano, las higueras desprenden su mejor aroma, y aunque se pueden encontrar hojas de higuera durante unos seis meses al año, el mejor momento es en julio y agosto. Recogemos esas hojas, las lavamos, blanqueamos y maceramos a temperatura controlada con un ron blanco de complejidad media, creando una base para un daiquiri superior.

Este es uno de esos cócteles que nació por pura casualidad, algo que rara vez sucede, pero en este caso fue así. Estábamos simplemente jugando a mezclar y dimos con esta combinación tan extraña que, a priori, no tiene mucho sentido, pero el resultado es increíble. La canción que sonaba mientras lo probábamos era Funky Cold Medina de Tone Loc, y así quedó el nombre.

Un cóctel para bebedores serios. La grappa de base vínica combina perfectamente con la pera y el comino, que incorporamos en forma de licor casero. El parmesano, imprescindible en un cóctel con espíritu italiano, no solo decora, sino que aporta el contrapunto salado.

Entre agosto y noviembre, los mangos alcanzan su punto óptimo. Un mango bien maduro desprende un aroma increíble, incomparable con el puré congelado disponible todo el año. Este cóctel busca exprimir al máximo esa fruta de calidad extrema y combinarla en un trago tropical, realzado con notas de pimienta de Sichuan, que aportan una sensación eléctrica en boca.

Un año despues de nuestra primera receta de este coctel, revisitamos la estructura para realizar unos pequeños cambios, nos deshacemos de la clara de huevo que hace demasiado pesante el coctel y cambiamos el formato a uno mas de verano con hielo pile que ademas nos ayuda a seguir simulando el efecto dos colores con el vino.

La beta-ionona es un compuesto químico con una fragancia característica de violetas. Sorprendentemente, tanto las frambuesas como el alga nori tienen una alta concentración de este compuesto, lo que hace que, aunque parezca una combinación inesperada, juntas creen una explosión de sabor.

Este trago con notas orientales se caracteriza por una acidez amable procedente del Yuzu y complementado por las notas semi-dulces de la hoja de shiso verde y la miel.

Ante el reto de trabajar con mostaza, diseñamos un trago bajo en alcohol pero con mucha personalidad. Partimos de una maceración en alcohol neutro al 60% con mostaza a la antigua durante cinco días. Este proceso nos permite extraer toda la riqueza aromática de la especia, capturando tanto sus notas picantes como su perfil ligeramente fermentado. Una vez filtrado, rebajamos la base alcohólica con agua, azúcar y zumo natural de piña, hasta alcanzar una graduación suave y equilibrada.

Este fue el primer cóctel que creé, allá por 2009. La combinación de ruibarbo y saúco es muy común en Francia. De hecho, el mítico restaurante Troisgros —con tres estrellas Michelin— tiene un plato con espárragos, ruibarbo y saúco, del que hablan en el documental El Gran Menú.

Nuestra versión de un clásico poco conocido: el Twentieth Century. Un cóctel que sorprende por su inusual combinación de cacao y limón. En nuestro caso, reinterpretamos la receta incorporando un destilado de setas Carreretes (senderuela), la seta silvestre típica del fricandó. El matiz terroso de la seta aporta profundidad y redondea el contraste entre acidez y dulzor, llevando el clásico a un terreno más umami y otoñal.

Somorrostro es un cóctel inspirado en la Barceloneta y sus playas. Combina ingredientes de diferentes países, reflejando la diversidad del lugar: Bonanto, un licor catalán de hierbas y frutas, representa al chico del barrio; el Whisky Bourbon, al turista despistado; Amaro del Capo, al italiano tomando el sol en la playa; y, finalmente, el Fenogreco, una semilla base del curry, simboliza la comunidad india con sus notas tostadas.

Inspirado en el clásico moderno Trinidad Sour, llamado así por la isla donde se elabora el bitter Angostura, nosotros lo reinterpretamos con un guiño local: Trinitat, como el barrio de Barcelona.

Hace años compramos un libro que marcó un antes y un después para muchos bartenders: Liquid Intelligence, de Dave Arnold. En él encontramos una receta de ginebra infusionada con col morada deshidratada. Me empeñé en trabajar con ese ingrediente y acabé creando una versión personal del clásico Gin Fizz, combinando las notas terrosas de la remolacha y los toques sulfurosos de la col, equilibrados con la parte floral del saúco.

Inspirado por la gran Violeta la Burra, una señorita que, hasta su vejez, recorría cada noche las coctelerías más emblemáticas de Barcelona vendiendo rosas y cantando coplas a cambio de unas monedas. Todos los barman de la ciudad la conocíamos y le teníamos un especial cariño.